Saturday, May 13, 2006

Recuerdos

Nuestra vida está hecha de incontables recuerdos que conforman y dan sentido a la imagen que vemos frente al espejo cada mañana. Nuestra vida está hecha de las cosas que guardamos por lo que significan en nuestro cerebro, los objetos más inútiles cuyo valor afectivo suele ser más intenso que el real. Pero qué sucede cuando el bagaje de esas memorias es demasiado doloroso, penoso o simplemente inconveniente; ¿no sería espléndido poder borrarlo a voluntad?, ¿alteraría esta amnesia voluntaria el resto de nuestra existencia tal como la conocemos?, y si así fuera ¿valdría la pena? Estas son las preguntas sobre las que “Eterno resplandor de una mente immaculada” (la traducción literal del inglés es más poética que “Olvídate de mí”) construye un hilo conductor que juega con el espacio y el tiempo, construyendo y deconstruyendo una historia que sólo puede ser entendida al estilo Kaufman, es decir, cinco minutos antes de dejar la sala.
Joel está desecho al enterarse que Clementine, su exnovia, ha borrado mediante una proceso científico, todo recuerdo que tuvo de él. Decepcionado, Joel se somete al mismo tratamiento. Sin embargo, durante éste descubre (cito “Moulin Rouge”) que lo más grande que puede ocurrirle a un ser humano en esta vida, es amar y ser correspondido. Así, a mitad del tratamiento cuya duración es de una noche, el cerebro de Joel decide resistirse y conservar sus memorias afectivas, generando una batalla entre el proceso científico y la voluntad humana de recordar y... amar.


Algunas veces ha pasado por mi cabeza la idea de borrar a alguien completamente, desear que nunca hubiera existido y borrar cualquier huella que quedara de él en mí. Pero es indudable que cada paso, bueno o malo, te ha llevado a donde estás y te ha construido como persona. Y, mirándolo desde el lado inverso, es muy triste que alguien decida borrarte de su memoria
Lo siento mucho mi vida...por intentarlo...lo siento

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