Te lo advierto, más te vale retroceder, más te vale retractarte. Porque muy pronto encontraré el sendero donde las palabras brotan en ramilletes, frescas, trepadoras, ofreciéndose como putas resignadas.
Cuando eso suceda, de nada valdrán tus suplicas porque mis oídos ya no las escucharán, porque sonarán como piedras rodando por una ladera. Tu voz desaparecerá, no quedará nada de tí. Seré yo quien hable entonces, y mis palabras serán como las del poeta, que para vivir mata.
Y no habrá nada que tu puedas hacer.
Te quedarás mirándo atónita como cae la gente en las calles, como moscas, como arañas. Y presenciarás los árboles en llamas y los perros devorándose unos a otros. Nada podrás hacer, porque yo dominaré; por eso te digo: retractaté ahora. Dí que tienes fe, di que eres valiente. Dilo.
Borra tu memoria -borrar mi memoria- eso es lo que quiero -eso es lo que me pide- Borrar mi memoria y la del universo entero-
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Ya no queda nada por hacer, las palabras atacan como enjambres, me pican los ojos y la lengua, y yo lloro como cuando tenía dos años y las vecinas llegaban con mi mamá para preguntarlé que qué tiene la niña, que porqué llora tanto la niña... Y le cantaron y la alimentaron y la pasearon y le escupieron. Pero la niña lloraba sin poder parar porque -eso es lo que me gusta pensar- sabía que seria un ser sin destino (o que su destino sería girar como barquito de papel en las aguas que se agitan o se congelan)
Me quiero retractar... pero no puedo
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